martes, enero 23, 2007

Historia del Metro III

Yo me quedo plantado allí ,su acción inesperada por mi parte me ha dejado fuera de juego. Por inercia camino hacia la otra estación. Sigo pensando en ella mientras llego al trabajo. En el trabajo como era de esperar me echan una bronca de órdago aunque no es que me afecte mucho estoy todavía un poco en una nube. Paso todo el día pensando en ella, en su beso espontáneo. Ya por la noche en mi cama decido que al día siguiente voy a repetir el mismo trayecto a ver si la veo. Así que al día siguiente cojo el metro diez minutos más tarde me coloco en el mismo vagón y en el mismo reposadero y espero que aparezca. El metro llega a su estación y se abren las puertas y yo la buscó con la mirada no la encuentro creo dislumbrar una bufanda azul pero no, no es ella. Toda la gente de la estación ya ha subido al metro que ya va lleno. Las puertas se cierran. La sigo buscando entre la gente no se que hacer. Llegamos a la parada que se bajan la mayoría de la gente. Me giro miro por todo el vagón a ver si la veo no esta. A través de los cristales del vagón a ver si esta en el vagón de delante. Tampoco. Que decepción. Todavía pienso que igual si me bajo en la misma estación que le día anterior la veré así que sin pensar en la bronca que me puede llegar a caer paso de mi estación habitual hasta la estación donde nos bajamos los dos el día anterior. Allí me bajo y miro a ambos lados a ver si la veo pero sigo sigo sin verla me encamino a las escaleras mecánicas. La sigo buscando sin resultado. Ya nervioso y cansado desisto y voy a paso ligero a mi trabajo. La bronca que me cae es mucho peor que la del día anterior casi pierdo mi trabajo. Paso el resto día ausente y triste pensando en ella. Durante el resto de la semana cojo el metro pensado en encontrármela y me paso todo el recorrido buscando una bufanda azul. Pero sigue sin aparecer. Durante todo el mes todavía de vez en cuando pienso en ella y intento apurar el tiempo para ver si coger un tren antes que el mío o uno después pero ya no la vuelvo a ver nunca más a la dormilona de la bufanda azul. Aún hoy años después todavía cuando voy a algún sitio en metro me descubro buscando una bufanda azul o una melena morena rizada.

Esta es una historia ficticia pero con algunos punto autobiográficos (si alguna vez se me ha quedado alguien durmiendo al lado) porque pienso que muchas veces para escribir de algo tienes que conocerlo. Después ya juega mi imaginación y las ganas que tenga de escribir. Este el primera historia que escribo un poco más sería y que he acabado porque la mala costumbre de escribir mis ideas pero no desarrollarlas y dejarlas ahí un poco en el limbo.

Una historia del metro II

Decido esperar una cuantas paradas más a ver si se despierta y me paso mi parada. Se cierran las puertas. Bueno, ya esta hecho. Ahora si que llego tarde. Siguen pasando las estaciones. Una. Dos. Así hasta cinco y ella sigue durmiendo. Al cerrar las puertas el vagón en la parada que hace la quinta se despierta. Esta un poco aturdida se da cuenta de lo que ha pasado y se pone rígida. Me observa de reojo. Mira en que estación esta se relaja por lo que parece no se ha pasado su parada. El reposadero que hay enfrente esta ahora vacío. Se yergue y en par de pasos de coloca allí. Se ha puesto enfrente de mí. No puedo evitar mirarla, de una manera rápida. Ella se da cuenta y me mira fríamente con sus azulísimos ojos y desvía la mirada hacia fuera, hacia la oscuridad. Bueno, ya estoy acostumbrado a esas miradas. No me importa y como ella concentro mi mirada en la oscuridad que reina fuera. Por la megafonía del vagón anuncian la siguiente parada. En esta parada puedo hacer trasbordo y ir para el trabajo donde me espera una bonita bronca. El metro va frenando llegamos a la parada. Me dispongo a bajar me coloco delante la puerta de salida. Ella hace lo mismo. Las puertas se abren bajamos al andén yo consciente de que llego ya tarde al curro y en parte por alejarme de ella apretó el paso dejándola atrás. Casualidades de la vida la mujer que estaba en enfrente de mi cuando la siesta y me sonrió también baja en la misma parada. Cojo las escaleras mecánicas y voy subiendo. Llego arriba No he cogido muchas veces este trasbordo y estoy nervioso pienso en la bronca que me va a caer. Voy rápido, a paso ligero pero escalera mecánica pero esta va llena. Estoy tentado de ir escaleras arriba corriendo. Al final cojo las escaleras y cuando estamos a media altura escucho detrás de mí:

- Gracias!!!!.

Es una voz de chica me giró y me encuentro de cara con ella que me sonríe.

- Gracias, por no despertarme ya me ha dicho una mujer que te has pasado la parada por no despertarme me ha dicho que te siempre te bajas en la misma parada. Estaba muy cansada.

Su voz es bonita melodiosa, en ese momento me he acordado de la mujer de mediana edad que me sonrió cuando estaba con el dilema. Parece que se lo ha dicho ella. Supongo que mucho tiempo haciendo el mismo recorrido pasa eso la gente sabe donde bajas y donde no. Le comento entonces:

- Se te veía cansada y no tenía ánimos para despertarte. La miró a los ojos y tengo que desviar la mirada creo que me podría ahogar en esos ojos.

En eso hemos subido a arriba de la escalera. Aquí el camino se bifurcar para la salida o para hacer el trasbordo hacia otra línea. Nos paramos delante de la bifurcación y nos miramos.

-Bueno, gracias por aguantar mi “siesta”. -Me dice ella

- De nada cuando quieras, lo repetimos.- le respondo.

- De acuerdo. - Me responde soltando una risa y sonriendo.

Tras un momento de silencio en que no sabía que decir pienso en mi trabajo en que llego tarde. Bueno, pues me tendré que despedir.

- Bueno, pues hasta otra que llego tarde al trabajo.

- Ah, vale pues. Ya nos veremos .Deu.- Y diciendo esto me da un beso en la mejilla y se va corriendo hacia la salida.

lunes, enero 22, 2007

Una historia del Metro I

Era una mañana un día cualquiera de invierno. Yo como todos los días iba al trabajo, a la rutina. El metro como siempre se va a llenar. Estaba situado en los reposaderos de la puerta por donde después de años del mismo viaje era el lugar donde mejor me iba para bajar para coger mi trasbordo hacia mi trabajo. De pie ,apoyado en la barra del metro iba viendo por las ventanas el monótono y oscuro pasar de las estaciones, que tantas veces antes había visto pasar ya a lo largo de años. El tren se para. Otra estación más.- Pienso. Las puertas del vagón más cercanas a mí, que están a mi lado se abren y aparece ella. Una bonita melena rizada morena y unos increíbles ojos azul intenso. Viste un abrigo negro largo y un vestido gris acabado en una medias azules. También lleva una bufanda azul y un bolso negro. La miro a los ojosa y ella me mira, me taladra con sus bonitos pero frios ojos azules. Es hora punta y el metro va lleno solo hay un hueco a mi lado. Sin mirarme y se coloca a mi lado. Me pongo nervioso intento poner cara de poker que es mi caso es cara de cabreado. Llega la siguiente parada el metro se llena todavía más. La gente se empuja por entrar por en el vagón, se agarran a la barras como si de ello dependiera su vida. Ella molesta, se aparta de las bosque de brazos agarrados a la barra , se apretuja contra mi costado. Yo me siento violento me agarro al asidero de la puerta , intento arrimarme a la pared del vagón intentado, fundirme con la estructura del vagón. Esta situación es incomoda para mi se prolonga quince minutos cuatro paradas más de metro. A la que hace cinco llegamos a una de las estaciones principales donde la mayoría de la gente baja. Yo pienso.- Bueno ella se bajará aquí o se cambiara de sitio. Pero ella no se mueve ni hace ningún tipo de movimiento para salir. Otra vez empujones por salir, algún improperio por que hay gente que no saber que hacer en medio de ese riada humana decidida a bajar. Inmediatamente, sube gente al vagón aunque yo no tanta como antes. El vagón se queda medio vacío. La mayoría de la gente ya va en su mayoría sentada. Y ella sigue a mi lado pero ya no esta apretujada a mi costado. La observó de reojo. Estoy alucinando. No sé como se ha quedado dormida utilizando mi brazo como almohada. Que hago, la despierto?- La observó dormir como puedo mirando su reflejo en los cristales de las ventanas y miradas de reojo , furtivas que le lanzó. Es muy bonita de cara, sus rasgos son suaves. Rebosa tranquilidad .Tiene ojeras lo que explicaría porque se ha quedado dormida en tales circunstancias. Suspiro. Me doy cuenta que enfrente en el otro reposadero apoyada hay una mujer de mediana edad que se ha dado cuenta de mi “dilema” la miró y ella sonriendo me devuelve una mirada de complicidad. Y en ese momento vuelvo a la realidad quedan dos paradas para bajarme en mi estación. Ahora el problema es que la tengo que despertar y me da mucha pena. La vuelvo a mirar esta vez giro descaradamente la cabeza. Me topo y me enredo con su pelo. Sigue durmiendo parece que nada le afecte. Ya hemos llegado a la siguiente estación. Me estoy poniendo nervioso. La verdad que se me quede durmiendo una chica a mi lado no me ha pasa cada día. Me da mucha pena despertarla. Miró el reloj llegó ya tarde al trabajo, diez minutos. La siguiente estación es la mía. Miro las paradas que quedan importantes que se pueda hacer trasbordo, la última parada para el trasbordo esta a ocho estaciones de Metro más.