lunes, enero 22, 2007

Una historia del Metro I

Era una mañana un día cualquiera de invierno. Yo como todos los días iba al trabajo, a la rutina. El metro como siempre se va a llenar. Estaba situado en los reposaderos de la puerta por donde después de años del mismo viaje era el lugar donde mejor me iba para bajar para coger mi trasbordo hacia mi trabajo. De pie ,apoyado en la barra del metro iba viendo por las ventanas el monótono y oscuro pasar de las estaciones, que tantas veces antes había visto pasar ya a lo largo de años. El tren se para. Otra estación más.- Pienso. Las puertas del vagón más cercanas a mí, que están a mi lado se abren y aparece ella. Una bonita melena rizada morena y unos increíbles ojos azul intenso. Viste un abrigo negro largo y un vestido gris acabado en una medias azules. También lleva una bufanda azul y un bolso negro. La miro a los ojosa y ella me mira, me taladra con sus bonitos pero frios ojos azules. Es hora punta y el metro va lleno solo hay un hueco a mi lado. Sin mirarme y se coloca a mi lado. Me pongo nervioso intento poner cara de poker que es mi caso es cara de cabreado. Llega la siguiente parada el metro se llena todavía más. La gente se empuja por entrar por en el vagón, se agarran a la barras como si de ello dependiera su vida. Ella molesta, se aparta de las bosque de brazos agarrados a la barra , se apretuja contra mi costado. Yo me siento violento me agarro al asidero de la puerta , intento arrimarme a la pared del vagón intentado, fundirme con la estructura del vagón. Esta situación es incomoda para mi se prolonga quince minutos cuatro paradas más de metro. A la que hace cinco llegamos a una de las estaciones principales donde la mayoría de la gente baja. Yo pienso.- Bueno ella se bajará aquí o se cambiara de sitio. Pero ella no se mueve ni hace ningún tipo de movimiento para salir. Otra vez empujones por salir, algún improperio por que hay gente que no saber que hacer en medio de ese riada humana decidida a bajar. Inmediatamente, sube gente al vagón aunque yo no tanta como antes. El vagón se queda medio vacío. La mayoría de la gente ya va en su mayoría sentada. Y ella sigue a mi lado pero ya no esta apretujada a mi costado. La observó de reojo. Estoy alucinando. No sé como se ha quedado dormida utilizando mi brazo como almohada. Que hago, la despierto?- La observó dormir como puedo mirando su reflejo en los cristales de las ventanas y miradas de reojo , furtivas que le lanzó. Es muy bonita de cara, sus rasgos son suaves. Rebosa tranquilidad .Tiene ojeras lo que explicaría porque se ha quedado dormida en tales circunstancias. Suspiro. Me doy cuenta que enfrente en el otro reposadero apoyada hay una mujer de mediana edad que se ha dado cuenta de mi “dilema” la miró y ella sonriendo me devuelve una mirada de complicidad. Y en ese momento vuelvo a la realidad quedan dos paradas para bajarme en mi estación. Ahora el problema es que la tengo que despertar y me da mucha pena. La vuelvo a mirar esta vez giro descaradamente la cabeza. Me topo y me enredo con su pelo. Sigue durmiendo parece que nada le afecte. Ya hemos llegado a la siguiente estación. Me estoy poniendo nervioso. La verdad que se me quede durmiendo una chica a mi lado no me ha pasa cada día. Me da mucha pena despertarla. Miró el reloj llegó ya tarde al trabajo, diez minutos. La siguiente estación es la mía. Miro las paradas que quedan importantes que se pueda hacer trasbordo, la última parada para el trasbordo esta a ocho estaciones de Metro más.

1 comentario:

karma dijo...

va, va, acaba la historia